Esto no es un ‘adiós’

Por motivos no-personales, hemos necesitado volver a casa (nosotras que podemos). Y digo no-personales porque el cansancio físico, el desgarre emocional, la impotencia, la rabia, el resquebraje psicológico, la falta de fuerzas para continuar, a fin de cuentas, no son cuestiones personales; son cuestiones sociales y políticas.

Hace cuatro semanas aterrizaba en Madrid, y un mes después aún no soy capaz de poner(me) en orden. No sé si me ocupan más espacio en el cerebro todos los cambios a los que me estoy enfrentando, o la idea de que allí nada cambia, o al menos nada relevante cambia en la dirección en la que queremos que cambie. Nea Kavala sigue en el mismo lugar, el otoño es el mismo que hace un año, las líneas de containers siguen ahí, inamovibles. Ya no sale en la tele, ya no se comenta en los bares, ya no existe (aquí) pero no ha dejado de existir (allí).

Y nosotras estamos aquí, pero ellas siguen allí, y ni aquí ni allí podremos vivir mientras ellas sigan allí.

Ya no hay salida institucional a su situación, ya no salen aviones hacia Europa con un número ridículo de refugiadas, ya no hay una pequeña filtración legal en la frontera. Se acabó la reubicación, se acabó la posibilidad de escapar de Grecia. Atrapadas, más que nunca, sin futuro, menos que nunca. Esperar a que los meses que el gobierno griego les permite vivir en un campamento se agoten, y luego, ¿qué? Ésa fue la pregunta que se me pegó al cuerpo desde que decidí volver a casa, y que aún no consigo ni responder ni despegar.

Un mes y tres días, cuatro semanas y media, 33 días, 792 horas, no-se-cuántos minutos. En ese hueco temporal, la realidad en la que vivía se ha deshecho y una nueva (no)realidad me rodea: ciudades, aeropuertos, gente que va a trabajar, gente que va a desayunar al bar de siempre, gente que camina a casa, gente que queda en un parque, gente que va al supermercado, gente que estudia, gente que conduce, gente que hace cafés, gente que lee el periódico, gente que habla. Cuando pregunto, me dicen que allí todo está igual. No hay periódicos, no hay bares, no hay coches, no hay aeropuertos, no hay trabajo, no hay parques, no hay casas, no hay supermercados, no queda tampoco mucho de lo que hablar. Solo esperar a no se sabe qué. Y gente que sigue llegando.

Si tuviera que resumir, diría que nos hemos olvidado de ellas en el peor momento en el que nos podíamos olvidar.

A las que no os podéis/queréis/sabéis olvidar, o al menos no del todo, solamente deciros que ‘We Are Here’ también sigue allí, resistiendo. Nuevas voluntarias con energías renovadas, y algunas de las de siempre que parecen inagotables, y siempre inventado la forma de mantener a las personas que viven en Nea Kavala activas, despiertas, sobreviviendo y a veces, también sonriendo. Aquí podéis encontrar el link a la página de ‘We Are Here’ (en inglés), con toda la información sobre el proyecto y cómo hacer donaciones.

http://weareherecentre.org/

Facebook: We Are Here – Community Centre

Nosotras cerraremos la cuenta, y de momento vamos a invertir el dinero que nos queda en comprar y enviar libros en persa a la biblioteca de ‘We Are Here’.

Dejamos este blog abierto, porque nunca se sabe lo que necesitaremos escribir.

Isa (& Annabel)

Transparencia I

¿A dónde van las donaciones que recibimos? ¿En qué invertimos el dinero recaudado a través de este blog?

 

Un bote de leche en polvo para una familia recién llegada al campo. Detalles que no divisan las grandes ONG y que esta vez, nosotras pudimos solventarlo. Mayo, 2017. Campo de Nea Kavala (Grecia). Foto: A. Roda

No valen más excusas, más demoras para aquéllos que no os perdéis ninguna de nuestras actualizaciones en el blog, aquéllxs que os dejáis caer por aquí de vez en cuando, aquéllxs que nos comentáis, nos preguntáis directamente o a través de conocidxs un ¿cómo va por allí?, aquéllxs que os rascasteis los bolsillos en tiempos cambiantes y nada fáciles, que nos distéis vuestro voto de confianza para cimentar nuestras acciones cargadas de ideas y humanidad. Hoy nos toca dar la cara, ser transparentes con vosotrxs y explicaros cómo y en qué estamos invirtiendo el dinero que nos llega de todas partes de España a la cuenta bancaria de este blog.

Como está mencionado en el apartado de transparencia -una de las pestañas situada arriba a la derecha de la página-, todos los meses gastamos 100 euros que es la parte que Isa, cuyas entrañas la atan a largo plazo al campo de Nea Kavala ya como coordinadora, aporta al proyecto We Are Here. Todos lxs voluntarixs que han formando parte de este grupo contribuye con una cantidad acordada a final de mes, uno -por no decir el único- de los problemas de lxs voluntarixs. Todos los gastos corren a nuestro cargo, dependemos de nuestros ahorros y cuando estos se acaban, nuestro trabajo con refugiados también. Isa ha convertido estos 11 meses de voluntaria en Nea Kavala en su trabajo y creemos que al menos su alojamiento y transporte tienen que estar cubiertos. De esta manera puede «aguantar» más meses en el país heleno.

A este gasto fijo se le suman imprevistos con los que nos enfrentamos día a día o simplemente, nos tropezamos con ellos de bruces. Y digo: -nos tropezamos- porque algunos parecen inverosímiles en un campo de refugiadxs y en un contexto en el que las instituciones y grandes organizaciones han dejado de considerarlo emergencia. La semana pasada con vuestro dinero llenamos dos bolsas de comida para dos familias, incluyendo en una de ellas leche en polvo para un bebé de seis meses. Con vuestras donaciones, compramos -cuando nos enteramos o cuando nos lo piden- medicamentos que les recetan en el hospital y que no son cubiertos ni por las instituciones griegas, ni por grandes organizaciones. Compramos billetes de tren y autobús para que algunas personas puedan visitar a sus madres y/o padres que viven en Atenas -a más 500km de distancia-, separados desde hace meses.

Este mes de junio recién estrenado hemos asumido el pago de un envío de unas 20 cajas llenas de ropa y zapatos de invierno para niños y mujeres recolectadas estas navidades en la comarca del Matarranya (Teruel). Cajas que están viajando ya dirección norte de Grecia a un grupo de voluntarixs que van a gestionar todos esos recursos para el próximo invierno. Sí, señoras y señores han leído bien, el próximo invierno. Porque las fronteras siguen cerradas, las gente estancada en un limbo que no es ni Grecia, ni Europa, cáscaras de nuéz -mayoritariamente llamadas botes o pateras- continúan llegando a las costas griegas y no se divisa otro futuro que no sea esa imagen, esa vía de escape para algunxs. Porque esto hace mucho tiempo que está para largo.

Annabel

Si tenéis dudas o preguntas sobre la gestión y el uso que estamos haciendo de las donaciones, si queréis saber más, ver los recibos, fechas de los gastos de forma más detallada, escríbenos un comentario y te contestaremos lo antes posible. 

Reflexiones a papel I

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Campo de Nea Kavala, Abril 2016. Foto de Annabel Roda

La mochila a la espalda pesa cada vez. Las preguntas no dejan de aumentar, ninguna respuesta a más de 10.000km a la redonda, los dilemas se fortalecen y retumban en mi cabeza como olas chocando contra las paredes de un acantilado. El eco es ensordecedor.

Echo la vista atrás, casi diez meses desde mi primera toma de contacto con la realidad de los campos en Grecia, las oportunidades para la nueva población de los campos se acotan, la situación para lxs voluntarixs ya no es lo que era. Estamos en un periodo de transición donde el gobierno griego ha empezado a mover ficha y dirigir la partida. Nos toca adaptarnos, burocratizarnos para seguir trabajando dentro de los campos. Se nos ponen trabas para no hacer nada nuevo. Nos hablan de documentos, de registros, todo se profesionaliza.

A veces me siento fuera de lugar, entre tanto logo, entre tanto uniforme, entre tanta estratégica, entre tanto mando, entre la diplomacia (que no es otra cosa que callarte la mierda y sonreír para que te dejen construir en un rincón). ¿Cómo la cooperación internacional, cómo la ayuda humanitaria puede carecer de humanidad, de pensamiento crítico, de apoyo mutuo, de colectividad? ¿Cómo las grandes ONGs han acabado convirtiéndose en empresas, sus actitudes en competitivas, de niñería y chapen su garito en horario de oficina?

Y a todo esto, ¿qué hace unx voluntarix en lugar como éste? Nuestra presencia en su momento traía algo de esperanza, de ayuda a nivel micro –que lo seguimos haciendo-, aliviamos en parte una situación que no debería existir. Pero no será también que ¿estaremos sofocando posibles revueltas, calmando la atmósfera de los campos y ayudando indirectamente al gobierno griego? ¿Estaremos fomentando la permanencia de estos campamentos a largo plazo? ¿Estamos haciendo el trabajo que no quieren hacer las instituciones? ¿En qué lado de la batalla estamos?

 

Un pozo de multiculturalidad

Nea Kavala se ha convertido en un pozo de multiculturalidad y a pesar de que sigue siendo un campo de refugiados con  unas pésimas condiciones, hay ocasiones en que la vida y el comportamiento de sus habitantes es una revolución. Comida siria, afgana y africana unieron a gentes muy diversas a convivir y disfrutar juntxs el día. Abril, 2017. Foto: Annabel Roda

Las últimas noticias de We Are Here

Los últimos días, el campo de refugiadxs de Nea Kavala ha vibrado de emoción. Muchas cosas están pasando, y es genial ver como la gente se llena de energías renovadas, tanto voluntarixs como refugiadxs. A estas alturas, muchas personas llevan encerradas en Grecia más de un año, así que cualquier cosa que pueda romper la monotonía es siempre bienvenida.

El pueblo Kurdo ha celebrado esta semana el Newroz, su fiesta de año nuevo, que empezó el lunes por la tarde y acabó el martes al anochecer. Es probablemente el evento más importante de la cultura kurda, en el que se festeja la llegada de la primavera, y ha sido maravilloso ver como todxs disfrutaban la fiesta, a la que nosotras también fuimos invitadas y, por supuesto, nos unimos encantadas. Una hoguera simbólica alrededor de la cual las danzas y bailes kurdos no encontraban el momento de acabar.

Fiesta del Newroz en el campo de Nea Kavala. Marzo, 2017. Foto de Raquel Ledesma.

Los colores de Kurdistán estaban por todas partes: banderas hechas en el campo, pulseras, collares, cintas en cada cabeza, caras pintadas, globos… Y muchas videollamadas para poder celebrar juntxs un Newroz que ya no entiende de fronteras y distancias. Por supuesto, y más ahora, muchxs de lxs habitantes de Nea Kavala no son Kurdxs, pero se sentía el interés colectivo y algunxs valientes se atrevieron incluso con los bailes tradicionales. Los gritos de «welcome my friend» y las manos kurdas que arrastraban a los espectadores al círculo de baile rompían la timidez y las diferencias linguísticas o étnicas.

De hecho, ¡Nea Kavala se ha convertido en un foco de multiculturalidad desde el viernes de la semana pasada! Ochenta y nueve nuevos residentes han llegado al campo, desde muchos lugares diferentes: Angola, Eritrea, Afganistán, Sudán, El Congo, Uganda, Nigeria, Etiopía, Somalia, Sierra Leona, Pakistán… Como suele pasar, fuimos informados de las nuevas llegadas con un solo día de antelación, pero nuestra rutina de bienvenida está mejorando más y más.

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Maletas de los recién llegados al campo. Marzo, 2017. Foto de Annabel Roda

Junto con el otro grupo de voluntarixs activo en Nea Kavala, Drop in the Ocean, organizamos tantos viajes en coche como fueron necesarios para transportar todas las mochilas y maletas que cargaban, así como los colchones de gomaespuma, mantas, pañales, toallas que son distribuidos al llegar hasta sus containers. Llegaban de las islas griegas, de Lesbos y Chíos, donde han vivido los últimos meses, y quién sabe por cuanto tiempo tendrán que quedarse en Nea Kavala…

Como el campo se ha diversificado, nos toca adaptarnos constantemente a las nuevas situaciones. Esperamos que pronto las estanterías de nuestra biblioteca se llenen de libros escritos en diferentes idiomas, así que si puedes ayudarnos, no dudes en escribirnos. También esperamos que esta nueva y muliticultural Nea Kavala funcione tan bien como sea posible, y que la mezcla de idiomas, nacionalidades, tradiciones, colores y rasgos sea poco a poco aceptada, normalizada e incluso disfrutada por lxs refugiadxs. En general, los campos militares griegos no suelen albergar tanta diversidad cultural, así que nos enfrentamos a nuevos retos que ni siquiera podemos predecir aún, pero tenemos claro que es una oportunidad maravillosa para crear una comunidad abierta e intercultural.

Por otra parte, el pasado «Satartday» (sábado de arte), We Are Here y Drop in the Ocean organizamos juntxs un taller de arte para todos los habitantes del campo. Drop in the Ocean gestiona un mercado gratis de ropa donde lxs refugiadxs pueden intercambiar «drops» (gotas) por prendas que ellxs mismxs eligen, y que pueden probarse en los probadores. Una nueva forma de entender la distribución, una manera de dignificarla. Así que el sábado, en tres grupos diferentes (niñxs, grupo mixto de adultos, grupo de mujeres) y guiadxs por dos artistas, todxs juntxs crearon su propio diseño para pintar las paredes exteriores del mercado. ¡Fue un éxito, y combinando muchas ideas juntas, ya han empezado a pintar! Es especial participar en un proyecto como este, que busca empoderar a lxs refugiadxs a través del arte, la creatividad y el sentirse orgullosxs de algo que ellxs han pensado y hecho, y que ahora vemos cada día al entrar al campo.

Y por último, ¡el Espacio de Mujeres tiene una nueva guardería! Gracias a una generosísima donación, hemos montado una tienda Domo al lado del Women’s Space, destinada a entrener a lxs más pequeñxs mientras las madres pueden asistir al cineforum, a talleres de cosmética y cuidados naturales, bailar o simplemente tomarse un té y hablar.

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El domo convertido en la guardería del Woman’s Space. Marzo, 2017. Foto de Raquel Ledesma

Gracias a Get Shit Done Team por instalarlo y crear el suelo de madera. Es un paso muy importante, porque además de mejorar el ambiente dentro del Women’s Space y permitir a las mujeres concentrarse por un ratito en ellas mismas, animará a más madres a asistir al

espacio. Pese a todo, viviendo en un pequeño container, las tareas básicas como cocinar (muchas veces usando el fuego), limpiar y lavar la ropa a mano arrebatan la mayoría del tiempo de las mujeres. La promesa de cocinas comunitarias y lavadoras lleva oyéndose en Nea Kavala meses, pero sigue sin hacerse realidad, y las mujeres siguen siendo las principales perjudicadas. Nosotras, como en todo, hacemos lo que podemos y se nos permite.

Muchas gracias por leernos, muchas gracias por apoyarnos. Y muchas gracias a Chrissie por sus textos cargados de buena energía, que me he limitado a traducir al español.

De parte de todo el equipo de We Are Here.

 

Gomaespuma. Y la luna.

Un grito a la luna tras ver que la gente sigue llegando a Grecia, que esa gente es enviada al continente, al campamento de Nea Kavala para seguir esperando un refugio, un lugar donde poder recomponer un pedazo de sus vidas.

Buenas noches desde este lugar del cosmos llamado Polikastro, pequeño pero muy vivo. Escribo porque ya no puedo tragarme las palabras, o porque ya las encuentro y vienen a mis manos. Sin saber como resumir los dos últimos meses, hoy es mi cuerpo el que habla por mí, cansado y recuperado, enrabietado pero tranquilo. El campamento de Nea Kavala se ha convertido en un agujero de despedidas y bienvenidas, idas y venidas, vidas que se cruzan y se separan. Una turba de emociones que no encuentran nombre entre los que nos fueron dados. Otro día pensaremos en las que se van, sin saber bien a donde, a seguir esperando en otros lugares. Esta vez esperan aisladas, en pisos vacíos, y despojadas de las otras humanas sobre y a las que sostenían.

Hoy, viernes gris de lluvia, ha sido uno de esos días que parecen años y avanzan lentos pero se acaban rápido. Una mañana llena de teatro y juego, con los escosirakenses, después de que Paulina Tovo nos mostrara el vídeo con los primeros resultados del proyecto Staging Humanity, en el que diez de las personas que viven o han vivido en Nea Kavala ponen el cuerpo tres veces por semana. Los que nos leéis de vez en cuando ya sabéis que Escosirak se ha expandido dentro de mi, y en todo lo que me rodea, y el lenguaje del arte arranca, lleva, aligera y se nutre de sentimientos e historias que de otra forma quedarían enterrados. Espero que pronto podáis ver el vídeo.

Si bien la mañana ha sido de viejas amigas, la tarde de nuevas miradas y valiosas sonrisas. Más lágrimas. A las tres hemos empezado a limpiar los alrededores de la nueva carpa en la que un equipo de voluntarias ha trabajado la última semana para crear un espacio donde juntarnos, activar, hablar, crear. Necesitábamos todo despejado, así que hemos llenado una furgoneta de plásticos viejos y gastados por la lluvia, y apartado los restos de madera. Luego hemos llenado la carpa de sillas, mesas, unas alfombras con juegos para las niñas, decenas de botellas de agua y vasos, un cartel donde se puede leer bienvenidas en árabe. Treinta y siete personas nuevas han llegado hoy a Nea Kavala, desde las islas griegas, tras casi un día de viaje en barco y autobús. Todo lo que hemos podido hacer es ofrecerles un espacio de descanso, té, agua y conversación mientras esperaban a ser registradas. Luego, cargar con ellas los colchones de espuma, las mantas de ACNUR, lo hierros que llaman camas, los objetos básicos de higiene y sus propias maletas, que han recorrido con ellas todo el camino dejado atrás, desde Siria, Iraq o Palestina.

Entrar a uno de los containers, el que te ha sido asignado como hogar por tiempo indefinido, cargando todas tus cosas, mirar buscando algo más, algo más que no hay. Esto es todo. Goteras. Agua en la puerta. Gomaespuma. Lonas de plástico. Latas de fuego. Un bebé que llora. Voluntarias que intentan sonreírte.

Tras unos cuantos viajes, hemos ido con un traductor a las familias que hemos entendido como más vulnerables, con hijas pequeñas, mujeres exhaustas, y nos las hemos llevado al supermercado más cercano para que pudieran hacer la primera compra y llenar, aunque sea con comida, sus nuevas “casas”. Un día sin comer, dos días sin dormir, muchos más sin saber. A las siete hemos terminado, todas estaban instaladas, y hemos recogido lo sobrante, los hierros de vuelta al almacén, la gomaespuma guardada esperando nuevos habitantes.

Por alguna razón, empecé este texto ya desde mi cama, alumbrada por unas velas, y más alegre que triste. Quería hablaros de la solidaridad entre las viejas habitantes de Nea Kavala y las recién llegadas, de manos ofreciendo todo lo que tienen, de abrazos, de hombros desconocidos sobre los que llorar. De las peques sonriendo al ver las piezas de un puzzle. Quería hablaros de la fiesta de mujeres kurdas a la que nos invitaron después de todo el curro, de la sororidad, de los círculos de baile y energías, de las conversaciones sobre sexualidad. Quería contaros lo feliz que me siento entre las voluntarias, del apoyo mutuo y los cuidados recíprocos. Pero no ha salido así. Debe de ser la luna…

Isa ?

12 Meses en un campo de refugiadxs en Grecia

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Familias momentos antes de abandonar el campo para irse a hoteles y casas. Campo de Nea Kavala. Febrero, 2017. Foto de Annabel Roda

7 meses son los que han pasado desde la primera vez que pise Grecia con el único objetivo de ser voluntaria en los campos de refugiados y poder actuar dentro de mis posibilidades, en esta mal llamada crisis de refugiados que, como escriben Natalia Morales y Héctor Romero (1) “esta crisis nos devuelve el reflejo de nuestra propia crisis de proyecto, de futuro, de sociedad”.

7 meses nadando a contracorriente en el campo de refugiados de Nea Kavala en el norte de Grecia, intentando dar dignidad, traer y crear comunidad a través de actividades dirigidas a niños, adultos y mujeres para que ocupen su tiempo, para que olviden por unas horas todos los pensamientos y recuerdos que cargan a la espalda.              

7 meses en los que se han creado lazos, amistades, compartido historias, ideas, conocido culturas, sufrido las carencias, padecido el asfixiante calor y el estremecedor frío, la impaciencia, la incertidumbre de no saber cuánto tiempo toca esperar más en ese dichoso lugar, cuántos días tendrían que pasar más para ver a sus madres, padres, hermanos, para volver a tener una vida.

12 meses han pasado ya para muchos desde que llegaron a una isla griega en un bote que era más bien, una cáscara de nuez y tuvieron la suerte contarlo. Muchos meses se han sucedido viviendo en tiendas de campaña, y más tarde en casetas de chapa, sin duchas, con una comida de supervivencia, con baños químicos compartido. Muchos días conviviendo y creándose una comunidad que en dos semanas está desapareciendo desde que ACNUR está enviando a la gente a hoteles y casas a lo largo y ancho del país heleno. Un fenómeno que está ocurriendo en otros campos y que parece que pone fin a esta pesadilla y a este limbo, pero la realidad es otra muy distinta. Es cierto, los refugiados van a vivir en casas bajo un techo digno y es algo que alegra. Una noticia esperanzadora si no fuese porque el aviso para mudarse se anuncia de un día para el otro casi sin poder despedirte de tus vecinos, de tus amigos, de aquéllos que te han acompañado durante estos meses y comenzar de nuevo en otro sitio.

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Campo de Nea Kavala, febrero 2017. Foto de Annabel Roda

Sería una noticia tranquilizadora si no fuese porque se van a otro lugar sin conocer a nadie, sin tener nada qué hacer en esas casas y hoteles aislados, porque abandonan el campo pero no Grecia. Les toca seguir esperando en esta ocasión sin la comunidad, arrebatándoles lo único que les quedaba. Una forma de seguir demostrándoles que no son dueños de su vida, de su destino, moviéndolos como muñequitos alargando su odisea, reduciéndolos a meros  aspirantes a conseguir un refugio en esa Europa que se vanagloria de ser la cuna de los derechos humanos.

7 meses a los que se van a sumar más, esperando que el campo se llene de nuevo con gente que retorna de Macedonia y de gente que está en las islas,  porque las fronteras están blindadas y la guerra no se ha detenido y las bombas continúan matando y la gente sigue jugándose la vida en una cáscara de nuez para llegar a esa isla de libertades e igualdad que prometía ser Europa.  La primera ronda de Nea Kavala se está agotando pero desgraciadamente, Nea Kavala no ha hecho más que comenzar.

Annabel

  • (1) Morales, N., & Romero, H. (2016). La crisis de los refugiados y los deberes de Europa. Barcelona : Cataráta.

Entrada publicada en el blog de Amigos de la Tierra Aragón

Creced y revolucionaros II

Acción de sensibilización y visibilización de la actual situación de lxs refugiadxs en Grecia en colegios, institutos y centro de juventud.

Hoy me toca contaros que, al igual que mi compañera Isa, el parón de las navidades no me (nos) ha alejado de la realidad de los campos de refugiadxs, ni me (nos) ha frenado en nuestra lucha. La (segunda) vuelta a casa ha supuesto responder a muchas más preguntas y me ha obligado a empezar a aprender cómo contar lo visto, lo escuchado y lo vivido en el norte de Grecia. Esta vez, la tarea de acercar la realidad de la situación de lxs refugiadxs en Grecia se ha dirigido en exclusiva al público más joven.

Junto a otro compañero de batalla (mi querido Jesús), retorné a mis (nuestros) antiguos colegio e instituto, e incluso me desplacé hasta el centro de juventud de Jaca en Huesca para charlar sobre nuestra tarea en Nea Kavala, para visibilizar la situación, para no olvidarla. Niñxs, jóvenes me (nos) preguntaron de todo. Sus ansias de conocer y saber el por qué hay otros niñxs y chavalxs como ellxs viviendo en esa situación me (nos) sorprendieron y, a la vez, me (nos) llenaron de energía y fuerza.

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Charla con las antenas informativas de Jaca. Centro de Juventud de Jaca. Enero 2017.

Porque, aunque sigamos inmersos en esta sociedad de mercado, la solidaridad sale a flote sin importar frontera alguna. Muestra de ello son tanto lxs jóvenes que nos han escuchado y preguntado como el profesorado y lxs técnicxs de juventud que nos han propuesto esta actividad. Todxs ellxs me (nos) han demostrado que nuestra voz es necesaria; una voz cercana que responda algunas preguntas y que cree cientos de preguntas nuevas.

Y es así como, en nuestras charlas aquí y allá abrimos un espacio de espíritu crítico, de empatía y conciencia, de pensar más allá de nuestro propio ombligo. Unos espacios en los que trabajan ya ese profesorado y esxs técnicxs que abren las puertas de la educación para que la realidad y el mundo formen parte de las aulas y los espacios de juventud. Sólo así, conseguiremos futuras generaciones comprometidas y luchadoras por alcanzar un mundo más justo donde la palabra <refugiadxs> (sino deja de existir), haga referencia a una acogida verdadera llena de dignidad, respeto, integración y pluralidad.

Annabel

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Charla con niñxs de 5º y 6º de primaria del colegio Vicente Ferrer Ramos. Valderrobres, Teruel. Diciembre, 2016. Foto: Joaquín Sangüesa

 

 

Creced y revolucionaros

La lucha social debe emerger de todos los espacios, todas las edades, todas las ciudades y pueblos. Pero sobre todo, debemos fomentar un pensamiento crítico entro lxs más jóvenes, no vendarles los ojos, y mostrarles la realidad del mundo. No de una forma dolorosa, no reprochándonos nada, sino abriendo un debate sobre la capacidad de acciones que ellxs mismxs tienen. Educar de esta manera no es fácil, pero aún hay profesorxs que pelean por ello, y aún hay niñxs y adolescentes que responden.

En el instituto donde yo crecí, el IES Juan del Enzina, por suerte tenemos educadores que nunca perderán la ilusión, las ganas ni la conciencia social, y eso se nota en lxs estudiantes. La semana pasada hicieron y vendieron cerca de 300 bocatas solidarios, organizaron un festival de música y actuaciones, y ¡recaudaron más de 1000 euros que han donado íntegramente a nuestro proyecto!

No voy a decir que el dinero es lo menos importante, porque eso seria faltar al respeto a las personas que siguen sobreviviendo en los campos con condiciones materiales de vida indignantes, pero sí dejaré clara una cosa: ver cómo las necesidades urgentes de una comunidad atrapada a más de 2.000 km de distancia generan solidaridad y unen a una comunidad educativa por un objetivo común, inspira. Chavalxs de 15 años que pasan una tarde cortando pan, que dibujan carteles, que pasean las huchas, que preguntan y que quieren saber, que les cuentes. Y se enrabietan, y se organizan, y luchan a su manera. Eso inspira, empuja, mantiene.

Gracias a Marieta, siempre tan bonita y solidaria, a Macarena or su energía, a la cocina del Juan del Enzina por las tortillas interminables, y por supuesto a esxs chicxs que me recuerdan a mí hace no tanto tiempo. Creced y revolucionaros, pues somos la esperanza de que algún día no existan refugiadxs.

Isa.

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